PRÓXIMA ESTACIÓN: LOST IN TRANSLATION

"La Mujer sin Piano" es la segunda película de Javier Rebollo (el cual es un reputado cortometrajista y que con su debut "Lo que sé de Lola" consiguió exasperarme como espectador pasivo) y aquí profundiza en su peculiar estilo narrativo donde predomina el fuera de campo y el ritmo inexistente de la trama, con Carmen Machi ("Aída") como estrella de la función, pero en un papel muy distinto al que le dió la fama y que puede decepcionar a quien se acerque al film para verla en una prolongación de ese papel.

La mujer sin piano es el retrato de un ama de casa cualquiera a comienzos del siglo XXI en Madrid. Su protagonista (Carmen Machi) es una mujer casada para la que no hay nada comparable a la íntima satisfacción de ver el plato humeante servido con admirable puntualidad a la hora de la comida. La película cuenta veinticuatro horas de su vida doméstica, laboral y sexual, una vida de la que una noche decide escapar, y cuenta todo lo que le pasa en esta fuga que dura lo que dura la noche.

"La Mujer sin Piano" es un film de autor, minimalista, peculiar, bello, divertido, interesante, melancólico y exasperante a partes iguales, del que resulta recomendable ver su trailer para comprender mejor el tipo de propuesta al que nos enfrentamos. Sin duda, se trata de uno de esos films que no me atrevería a recomendar a nadie por temor a perder amistades cinéfilas, porque tiene una propuesta estética y narrativa tan radical, anti-comercial, original, sorprendente, afrancesada y marciana que puede causar un rechazo completo o una fascinación incondicional según el estado de ánimo o la predisposición del espectador, pese al tópico, no dejará indiferente a nadie como se demostró en los aplausos y silbidos entremezclados escuchados en el Festival de San Sebastián cuando Rebollo recibió el premio al mejor director. Pero un producto que es capaz de remover tantas emociones, de dejar poso en el recuerdo con muchas de sus situaciones e imágenes, algo bueno debe tener y a mi pese a los sentimientos tan contradictorios que me provoca me decanta hacia la fascinación y me invita a una revisión con más detalle de la misma para disfrutarla por completo sin el distanciamiento de los prejuicios.

U.C. (Daniel Farriol)